Trastornos por exclusión social

La soledad no buscada y la discriminación ejercida en un individuo, hace que el instinto de supervivencia de éste, luchando contra el daño psicológico, alimente su ego en sí mismo.

Cuanto más sólo se encuentre, se volverá cada vez más propenso a creer ser alguien superior a quienes le desprecian, o creer en fantasias como protagonizar una serie en la vida real, creerá ser el elegido por la gracia de dios. Estas creencias fantasiosas lo puede aceptar la mente humana, en circunstancias de soledad de larga duración, con el fin de compensar el vacío doloroso que percibe emocionalmente, nuestra mente al ser excluida. A su vez, la mente al sentirse menospreciada, doblegará la valoración que se haga así misma, para contrarestar al desprecio.

Se volverá más engreída, más orgullosa y más crédula hacia sus ideas identitarias más ególatras. Cuanto más orgullosa es la persona, más irritable se vuelve, se enfada más fácilmente, y además, en cualquier conflicto se le hará más duro perder. Incrementando su orgullo, le costará más asumir una derrota, más aún tenderá a temer a la muerte. Si te importa ser alguien es porque temes no ser.

Por eso las personas mayores, buscan juntarse en asociaciones, se apuntan a cursillos sin importarles su perdida de facultades en el aprendizaje, acuden a la iglesia cuando estén impartiendo la misa, a las manifestaciones o concentraciones independientemente de cuál sea la causa, buscan aglomeraciones para rodearse de gente, y así calman su mal estar por el vacío emocional, producido por la soledad no buscada.

Para no ser irritable, no sufrir de enfados, no volverse prepotente y no cometer una decisión equivocada que podría salirte caro, además del cariño correspondido (que siempre funcionará como la mejor medicina terapéutica), necesitarás también aprender a perder.

Un truco para aprender a perder, sería restarle importancia al conflicto.

Para ello, debes pensar en otro propósito, introducir una pizca de ilusión en otro reto que te propongas para más tarde, y cambiar tus pensamientos a eso otro. Cambiar el grado de interés de un asunto perdido a otro más prometedor, puede ayudar y mucho, a restarle importancia al conflicto irritante y así asumir la derrota en éste, para pasar página.