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EQUILIBRIO EMOCIONAL

En esencia, en el sentir de cada persona, hay una cantidad equis de vibraciones emocionales, que aunque de forma grupal apunten a un sentimiento primario en la composición del mismo, en menor medida se encuentran también, las vibraciones de cada sentimiento distinto. Como una montaña de arena donde en su conjunto, transmite un color primario general, pero también podemos encontrar una inmensa diversidad de granos de distintos colores.


Como seres emocionales que somos, cargamos con nuestras emociones como un caracol con su mochila. A veces, en vez de lidiar nuestras angustias, convivimos con ellas. Nos acostumbramos al dolor desatendiendolo. Como una forma de conllevar que aceptamos con resignación, arrastrando los dolores como espinas incrustadas en partes intangibles de nuestro esqueleto, afectando a la compostura de nuestro equilibrio mientras caminamos hacia delante.

En cierta medida, todos sentimos dolores, y convivimos con ellos sin que nos percatemos.

Los miedos pueden manifestarse en distintos aspectos: con forma de complejos, vergüenzas, angustias, inseguridades, culpabilidad, fobias, carencias, sensación de vacío o avaricia, complejo de inferioridad, síndrome de Diógenes, síndrome de Estocolmo, pánico, ansiedad,... Son distintas formas de presencia que tienen los miedos, con una ligera similitud en el sentir que podríamos comprenderlo comúnmente como un sentimiento doloroso, incómodo o frío y malo. Al cuál le agrupo todos los mencionados, para simplificar en un único sentimiento universal, y así entenderlo bajo un mismo título que le llamaré: "Miedos". Al igual que se le otorga una temperatura distintiva a cada color, e intuitivamente existe el concepto de "colores fríos".

Puede que cada persona sienta de distinta forma cada sentimiento, y puede que no sólo la "montaña de sentimientos" tenga distinta distribución de diversidad de granos con colores (refiriéndome a la metáfora anterior). Sino que además, puede y es muy probable, que según la personalidad de cada individuo, o según cada cerebro, produzca dichos granos colorados, de un material distinto.


Puede que no nos percatemos de nuestros dolores o miedos constantemente, porque la combinación de las cantidades de cada sentimiento que componen nuestro sentir, no haya variado en mucho tiempo. Independientemente de en qué nivel se encuentren los dolores.

También es posible no percatarse de los miedos, por no identificarlos, a veces por desconocimiento, o por falta de capacidad logística, para resolver el laberinto que hallaría la raíz del miedo propio.


A los humanos y a otros seres vivos, los mueve la necesidad. El miedo, además de estimular el instinto de supervivencia, también es capaz, de crear una sensación de necesidad. El miedo te empuja a moverte. Por ende, sin la presencia del miedo, los humanos no le encontraríamos sentido a la supervivencia.


En conclusión, el miedo es fundamental, pero puede llegar a ser destructor si se le alimenta en exceso. Entonces, lo idóneo para la perseverancia de una especie, sería el equilibrio de la suma y la resta. El equilibrio, entre el miedo y el amor.



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PARAÍSO EN EL POST-APOCALIPSIS

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